sábado, 31 de agosto de 2013

LA PERIFERIA DE GRANADA: DEL PASEO DEL VIOLÓN AL PARQUE DE LAS CIENCIAS

EL PASEO DEL VIOLÓN Y EL
PARQUE DE LAS CIENCIAS






     El Paseo del Violón es la prolongación natural de los Jardines del Salón siguiendo el curso del Genil abajo. En época nazarí, la zona estaba llena de fértiles huertas y lujosas almunias –como el Alcázar Genil–, que invitaban al relax y al disfrute. Más tarde, tras la Toma (1492), ya en época cristiana, el paseo fue conocido como De San Sebastián por su famosa ermita, y en fechas más recientes De los Colegiales. En el lugar se celebraban desde el siglo XVIII, y hasta hace poco, ferias populares de ganado durante el Corpus Christi. También era un lugar muy frecuentado por las lavanderas, que acudían a trabajar en las numerosas fuentes públicas, todas desaparecidas actualmente. El paseo ha cambiado de semblanza desde entonces, siendo reformado varias veces durante el siglo XX, coincidiendo con el fin de las obras de embovedado del Darro (1962) y con la aparición del moderno Palacio de Exposiciones y Congresos, por último, en la década de 1990. Pese a todo, aún conserva parte de su entrañable carácter popular, patente en las reuniones de vecinos en los parques o en los bares.



Monumento de la Constitución Española del Paseo del Violón.
Foto: Juan A. Cantos (2009).

      El Violón se extiende, actualmente, desde el Puente del Genil hasta el cruce con el Camino de Ronda y la Avenida de América. En su arranque, apenas se cruza el Genil, destaca el solemne Monumento de la Constitución Española, basado en un diseño de 1832 de Juan Pugnaire, inicialmente pensado como homenaje a la Constitución de 1812. Sobre una leve gradería se alza un macizo pabellón prismático, todo revestido de mármoles de buena calidad y cartelas con inscripciones alusivas a la Carta Magna. El proyecto de Pugnaire fue recuperado en 1982 por el arquitecto Marcelino Martín, y se inauguró el 06/12/1983 (Día de la Constitución), en un solemne acto que remarcaba el renovado espíritu democrático de España, y hacía de punto y final a las reformas del Violón.
      El Paseo del Violón se presenta surcado en toda su longitud por grandes hileras de moderno bloques de pisos, de estilo sencillo, claramente funcional (residencial). Destaca, sin embargo, en medio de esta trama urbana algo monótona la formidable presencia del Palacio de Exposiciones y Congresos, un colosal edificio plurivalente, de diseño racional y arriesgado, con notables dimensiones (45.000 m2. repartidos en varios niveles). Desde su aparición, en la década de 1990, se ha convertido en un nuevo emblema ciudadano y paisajístico de Granada. El Palacio ha visto pasar por sus modernas instalaciones eventos de todo tipo y trascendencia, desde el multitudinario Salón Internacional del Cómic de Granada –uno de los más importantes a nivel nacional– hasta congresos de medicina y ciencia, conferencias, ferias de muestras y nuevas tecnologías, y actuaciones de grandes músicos contemporáneos (recordemos el debut en Granada del grupo de coreografía Mayumaná en 2006, o la actuación de la banda pop Sonic Youth, en 1997) o del flamenco más puro (memorables aplausos para el espectáculo Santo y Seña de Eva La Yerbabuena en el 2007). Por todo ello, pese a su juventud, el Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada es todo un referente en su clase en Andalucía. El Palacio de Congresos y Exposiciones de Granada se alza imponente en medio de una vasta explanada, rodeado de jardines de palmeras, plátanos y rosales. Muy cerca, tenemos también el admirable monumento a Boabdil, emotivo tributo, u homenaje, del municipio en honor al último rey andalusí (pues tal cosa eran los nazaríes, últimos herederos de Al-Ándalus) y a una cultura, la islámica, que tanto hiciera antaño en pro del engrandecimiento de la ciudad y su provincia. Se compone de dos bellas estatuas de bronce, esculpidas de forma realista a tamaño natural, sobre un pedestal rodeado de parterres de rosales y limoneros. Boabdil, sobre un pequeño trono, mira inquieto a una muchacha que le ofrece, cabizbaja, unos delicados jazmines. El monumento fue colocado con acierto en este lugar -precisamente el mismo donde se produjo la entrega de las llaves de Granada a los Reyes Católicos-.
     Granada vivía inmersa a finales del siglo XX, en un vasta polémica social sobre la legitimidad histórica de varios conceptos relacionados con la conquista de la ciudad, definida tradicionalmente como "toma", aunque de forma errónea, pues no se tomó, es decir, conquistó por la fuerza de las armas nada; la ciudad fue rendida y entregada por los moros a los cristianos, al final, de manera relativamente pacífica. Sería así más apropiado hablar de "Entrega" y no de "Toma" o "Conquista", nociones divulgadas por la propaganda patriotera y nacionalista de tiempos de Franco, empeñado en presentar a los moros como vencidos.

     La antigua Ermita de San Sebastián se encuentra a poca distancia de la estatua, semioculta por los árboles y edificios de un lateral de los jardines del Paseo del Violón. En época nazarí ya hubo una ermita musulmana aquí, una rábita o morabito. El famoso encuentro entre Fernando el Católico y Boabdil el Chico, con la citada entrega de las llaves de la ciudad a los nuevos monarcas, los Reyes Católicos, tuvo lugar aquí, junto a aquel antiguo morabito; hecho de gran resonancia simbólica e histórica, pues significaba a un mismo tiempo la entrega definitiva de Granada a los cristianos, el fin del Reino Nazarí de Granada y el punto y final a casi ocho siglos de dominación musulmana de la Península Ibérica. La tradición recoge también que aquí mismo se ofició la primera misa cristiana de Granada, cuando se entonó un solemne Te Deum junto al oratorio, el 1 de enero de 1492.
      Otra versión del mismo suceso dice que las llaves fueron dadas por Boabdil en persona primero a don Fernando, quien luego las pasó a su reina Isabel y ésta, a su vez, las entregó al Cardenal Mendoza, primado de las Españas, para su custodia. Pero hay motivos para pensar que la reina Isabel, al parecer, no se encontraba allí presente en el momento de la entrega de las llaves, pues otras fuentes citan que Doña Isabel aguardaba la resolución de estos hechos, pacientemente, en la cercana Armilla.
     La primitiva rábita musulmana fue construida en 1219 por el sayyid (príncipe) almohade Ishāq Ibn Yusūf, gobernador de Granada en 1220-1230, y responsable a la par, como veremos, de la construcción del vecino Alcázar Genil. Una rábita o morabito es un tipo de santuario islámico, normalmente de reducidas dimensiones, destinado a acoger a uno o más monjes ermitaños dedicados enteramente al retiro, la piedad y la oración. La comunidad eremítica solía constituirse bajo la tutela de algún jeque o bien en torno a la tumba del difunto protector, y se creía que estaban investidas de baraka (bendición divina, o buena fortuna, en la cultura islámica). Aquel morabito fue reconsagrado casi de inmediato como ermita cristiana, bajo la advocación de San Sebastián (uno de los santos favoritos de la reina Isabel la Católica) en 1492. Con las exclaustraciones posteriores del siglo XIX, el Ayuntamiento cedió la ermita a un particular, quien la convirtió en taberna, pero a mediados del siglo XIX el inmueble recuperó su función original y sagrada. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1931 y restaurada, por aquellas fechas, por el famoso historiador y conservador de obras de arte, don Leopoldo Torres Balbás.


Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada. // Foto: Juan A. Cantos (2010).

      
Detalle de la portada de aires orientales y musulmanes -un arco de herradura- de la Ermita de San Sebastián,en la explanada del Paseo del Violón. // Foto: Juan A. Cantos (2011).

   En la ermita perduran todavía rasgos formales de la anterior rábita, por ejemplo: su planta casi cuadrangular –típica de estos oratorios musulmanes, como la qūbba de Santo Domingo–, o su cúpula semiesférica de ladrillo, con dieciséis nervios conformando una estrella de influjo claramente oriental.

    El Alcázar Genil es una de las pocas huellas de arte almohade (siglo XIII) que sobreviven en Granada al paso de los años (y aun así, en forma de estructura muy retocada). El nombre sayyīd ("príncipe") almohade Al-Muntasīr lo mandó erigir en el año 1218, en un bello paraje natural semiaislado, junto al primitivo cauce del Genil. Con posterioridad el lugar fue reutilizado por sus diferentes propietarios como casa de campo, salón de recepciones, y aposento para invitados ilustres de los reyes nazaríes; Alhamar recibió aquí, por ejemplo, al infante cristiano Don Felipe con pompa y boato. Más tarde, Yūsuf I (1332–54) lo remodeló y amplió, convirtiéndolo en una espléndida almunia, lujoso palacio rústico de recreo estival. La reforma de Yūsuf destruyó gran parte de la estructura primitiva almohade (de decoración austera, acorde al gusto por la sobriedad de los rigoristas), pero le añadió nuevos pabellones y estanques (albercas) con jardines, más acorde al tipo de almunia. Los únicos elementos originales que se conservan actualmente, a decir verdad, se reducen a uno de los pabellones, el central.


El monumento en honor de Boabdil el Chico; al fondo, el Alcázar Genil (Fundación Francisco Ayala).


     El pabellón central del Alcázar Genil es una vistosa qūbba, u oratorio típico almohade, de planta cuadrangular, bello e íntimo, pensado expresamente para la oración, la meditación y el recogimiento. La estructura consta de portada principal con arco de herradura levemente apuntado, precedida por un pequeño tejadillo árabe con columnas. La cubierta interior de la sala consiste en una exquisita armadura de lazo de madera policromada, con decoración de mocárabes en su parte central, y una cornisa profusamente decorada con atauriques, motivos geométricos e inscripciones ornamentales con alabanzas a Alá, suras (“versos”) del Corán y loas al sultán reformador (Yūsuf I). La luz natural se filtra a través de las celosías que protegen los vanos de medio punto del muro alto, creando un ambiente agradable. Las alcobas simétricas laterales son adiciones modernas (siglo XX).
    En época nazarí, frente al pórtico de la qūbba se extendía un enorme estanque rectangular, de 28 X 13 m. de superficie. Algunos autores han apuntado, sin embargo, dimensiones mucho mayores, de hasta 120 m. de largo. Fuera como fuera, aquel gran lago artificial era utilizado por los emires para realizar, al parecer, juegos de simulación de batallas de naves (naumaquias) como entretenimiento y exhibición para sus nobles invitados. Su última residente musulmana fue la sultana Aixa, madre de Boabdil. Tras la conquista, los Reyes Católicos vendieron la almunia a varios señores cristianos, pasando de mano en mano repetidas veces. El destino del Alcázar Genil pareció incierto hasta el siglo XIX, cuando un programa de reformas a cargo de Rafael Contreras (1863) añadió a la qūbba un templete superpuesto y las dos dependencias laterales –alcobas–. El palacete fue declarado Monumento Histórico–Artístico en 1922, funcionó durante algún tiempo como Gabinete Pedagógico de Bellas Artes, y desde 2007 acoge la Fundación Francisco Ayala, a cuya emotiva inauguración acudió el famoso intelectual granadino, anciano pero brillante, de genio vivaz.

     A unos doscientos metros de distancia, el Paseo del Violón se prolonga en la Avenida Fernando de los Ríos. Allí destaca el Parque de las Ciencias, fácilmente identificable por su prominente Torre de Observación –de 50 m. de alto, uno de los mejores miradores panorámicos de toda la ciudad–. El Parque, de elevado interés científico y educativo, y de visita recomendada para todos los públicos, acoge en su recinto de más de 30.000 m2 numerosos edificios y espacios vinculados a un solo objetivo: acerca la ciencia a todo el mundo, facilitando su comprensión y puesta en valor, de cara a la sociedad, mediante la divulgación clara de sus contenidos. 

   Entre las variopintas estructuras del Parque de las Ciencias de Granada, cabe mencionar: un interesantísimo Planetario con una cúpula de 10 metros de diámetro (con capacidad para 83 personas), un gran salón de actos, un potente observatorio astronómico (requiere cita previa), un pabellón de exposiciones temporales con café–restaurante alimentado por energía fotovoltaica, siete salas de exposiciones interactivas, un fantástico Mariposario tropical (uno de los puntos más fascinantes del parque), un Jardín de la Astronomía, un taller de ecología gestionado por el CREA (Centro de Recuperación de Especies de Andalucía), un Centro Andaluz del Medio Ambiente (CEAMA), una carpa de “gimnasia mental” para los más “cerebritos”, varios itinerarios botánicos (plantas tropicales, venenosas, autóctonas) y un lago artificial con esculturas móviles de granito, entre muchas otras cosas, a cual más curiosa y sorprendente. 
Torre del Parque de las Ciencias.
Foto: Juan A. Cantos (2010).
     Asimismo, diversas estatuas en honor a científicos de renombre, tanto nacionales como internacionales, rematan el entorno del Parque de las Ciencias; entre todas ellas, quizás la más famosa sea la estatua en bronce de Albert Einstein (1998), situada en la zona de espera de los visitantes -a dos pasos del helicóptero Augusta Bell de la entrada-, aunque la de Madame Curie le anda, sin duda, a la zaga. Todo el mundo quiere hacerse fotos junto a ambos personajes.


     Justo frente al Parque de las Ciencias destaca, por sus peculiaridades estéticas y sus notabilísimas proporciones, esa mole arquitectónica que es la Sede Central de la Caja General de Ahorros de Granada. Se trata de un gigantesco edificio de estilo racionalista y minimalista, con aspecto de blanco hexaedro alzado sobre un basamento de hormigón, en medio de la llanura. Los vanos se disponen regularmente en largas líneas horizontales a modo de celdillas, otorgando al edificio una fisonomía un tanto extravagante, casi science–fiction, que le ha ganado (no en vano) el apelativo popular de “El Cubo de la General”. Fácilmente reconocible desde kilómetros de distancia, se ha convertido en uno de los emblemas indiscutibles de Granada, y a pesar de las numerosas críticas que ha recibido, es una de las obras maestras de la arquitectura de vanguardia de España. En su diseño se han combinado, de forma innovadora, las más modernas tecnologías. El estudio de la luz en relación con el espacio interior ha sido, además, una de las preocupaciones constantes de su creador, Alberto Campo Baeza. Un gran vacío central organiza los espacios interiores, interrumpido tan sólo por la presencia de cuatro columnas cilíndricas de 33 m. de alto, que sostienen un techo a modo de rejilla por donde penetra la luz natural.

Cubo de la General, sede central de la Caja General de Ahorros de Granada. Al fondo, el Edificio Pantalla, sobrenombre popular y divertidamente acertado -dado su aspecto- para el Museo
Memoria de Andalucía, de la Obra Social Caja de Granada.

En la primavera del 2009 se inauguró otro nuevo edificio junto a la sede de Caja de Granada, en un amplio solar vecino –AvdaJosé Luis Pérez Pujadas–. Se trata de otra fantástica estructura minimalista, blanca y prístina, casi escapada de un delirio ciberpunk que, a modo de complemento del Cubo, mira hacia éste, conformando una especie de inmensa “pantalla blanca” de grandes dimensiones. Sus varias plantas y espacios anexos fueron diseñados para acoger exposiciones de todo tipo (científicas, artísticas,...), instalaciones temporales, talleres, congresos y conferencias, siempre acorde a una función cultural, museística y de divulgación del conocimiento, en una sociedad tan ávida del mismo como la actual. La plurivalencia funcional de este singular edificio está pensada, además, para ser un lugar vivible y sensible por todos los sentidos. Cosa curiosa: como si pareciera envidiar a su vecino Cubo de la General, el Museo Memoria de Andalucía, que así se llama oficialmente, también se ha ganado su propio y peculiar sobrenombre en Granada: Edificio Pantalla. ¿Por qué será?




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