sábado, 27 de julio de 2013

EL CENTRO DE GRANADA: Desde la Plaza de Trinidad a la calle San Jerónimo





Desde la Plaza de Trinidad a la
calle San Jerónimo


La pequeña pero bulliciosa Plaza de la Trinidad, siempre verde y alegre, corresponde en su trazado con el que antaño fuera claustro del Convento de los Trinitarios Calzados (1517), lo que explica el origen de su nombre. Aquel monasterio fue abandonado por los religiosos, sus moradores, hacia 1836 por orden gubernamental (acorde a la polémica ley de desamortización de bienes eclesiásticos y exclaustración de monasterios y conventos del ministro liberal de Hacienda, Mendizábal), y pasó, consecuentemente, a transformarse en un inmueble de provecho público y civil, en este caso, como delegación municipal de Hacienda, funciones que cumpliría sin interrupción hasta 1889, año en que el edificio fue finalmente demolido en su totalidad. 
En su lugar, se construyó la presente plaza, centrada por una elegante fuente de piedra y mármol de estilo barroco (evocando el aniquilado claustro monástico). Un espacio urbano, para muchos, sencillo pero dotado de cierta belleza, por no decir encanto, y  que constituye en pleno centro urbano un delicioso remanso de paz y tranquilidad, costosamente mantenida entre tanto tráfico y vaivén de gentes y turistas. No es raro ver aquí a jóvenes estudiantes charlando amigablemente, sentados en los bancos, tomando un refrigerio en algún bar, o, menos a menudo, absortos en la lectura.
Uno de los extremos de la plaza se abre a una de las calles más famosas e importantes, al menos a nivel comercial, de Granada. Una calle transitada noche y día por los amantes del shopping, pero también, aunque no lo parezca, una calle con mucho "duende", y no estamos hablando precisamente del duende flamenco, sino de otro tipo...

La leyenda del Duende de Calle Mesones. – Según se cuenta, en el antiguo edificio de la Diputación Provincial, ubicado en medio de la bulliciosa calle comercial de Mesones (y actualmente reacondicionado para comercios), hubo un duende. En el ejemplar del IDEAL del 10/10/1982, se leía lo siguiente: “El fantasma de la Diputación, el espíritu de la Calle Mesones, vaga penando…” Uno de los investigadores mostraba su brazo presuntamente marcado por un mordisco del duende. Algunos empleados del inmueble corroboraron que, si bien no habían visto en ningún momento nada parecido a un diablillo con rabo y orejas puntiagudas en los despachos, sí que ocurrían ciertas cosas extrañas que hacían un poco más difícil o perturbador el trabajo cotidiano.

Muy cerca de la plaza Trinidad, en la calle Horno de Marina (nº.9), destaca un solemne edificio por su interés histórico-artístico, o al menos así lo dice su catalogación: la Casa de los Vargas corresponde a una tipología muy exitosa en Granada, durante los siglos XVI y XVII, de palacio señorial de estilo renacentista. Su portada de piedra gris de Sierra Elvira consta de un arco carpanel sobre pilastras macizas y una cornisa clasicista con recuadros laterales. Una visita a su interior –algo difícil, pues actualmente está en proceso de  restauración– permite descubrir al visitante un encantador patio típico con arcadas renacentistas de orden toscano.

También muy cerca de la Plaza de Trinidad, destaca el edificio de la Real Maestranza de Granada (calle Laurel de las Tablas, nº. 12) de aspecto simplemente majestuoso, acorde a la importancia histórica que tuvo tal institución. La magistral disposición de los ladrillos por toda su fachada recupera los efectos ópticos del arte mudéjar: los acanalados se usan para emular sillerías o almohadillados, o configurando ingeniosamente frisos y arcos. 
  
Las Reales Maestranzas de Caballería son corporaciones nobiliarias creadas en el siglo XVII por iniciativa de la Corona, para fomentar la recuperación del estilo de vida tradicional de la nobleza –esto es, caballeresca y guerrera–, en detrimento de los vicios derivados de la vida cortesana y acomodaticia. A la vez, la institución permitía a los monarcas disponer de una caballería bien entrenada y autofinanciada por los propios maestrantes. Las Reales Maestranzas se organizaban bajo la protección de un santo patrón, de manera similar a una Cofradía religiosa. Felipe II fue el primero en animar a la nobleza a organizarse en Hermandades, germen de las futuras Maestranzas. Los requisitos básicos para el aspirante eran: ser súbdito español mayor de 16 años, católico devoto, estar en plenitud de derechos civiles y demostrar la nobleza de sus cuatro primeros apellidos más los dos de su esposa. Por añadidura, se pedía no haber ejercido oficio mecánico o comercio alguno, y gozar de una impoluta moral y buena situación económica. En 1916 se creó el Brazo de Damas de la corporación.
La Real Maestranza de Caballería de Granada fue fundada el 12 de enero de 1686, bajo tutela de Nuestra Señora del Triunfo (luego Inmaculada Concepción). En 1741, Felipe V de Borbón confirmó que tuviese por Hermano Mayor a su hijo el Infante Don Felipe (Duque de Parma), y más tarde le sucedieron Don Gabriel de Borbón, el Infante Carlos Isidro, María Cristina de Borbón, Isabel II, Alfonso XII, Alfonso XIII, Juan de Borbón Conde de Barcelona, y finalmente el actual Rey Juan Carlos I.  El uniforme de maestrante consiste en pantalón y casaca azules, con cuello de paño blanco, espada con puño de plata y sombrero galoneado con plumero.


Martínez de la Rosa, político español de renombre (1787-1862).
Retrato anónimo. / Wikipedia.org - Dominio público.

El Palacio de Martínez de la Rosa, en Calle Tablas, es un elegante palacio urbano del siglo XIX. En su fachada se dispone una serie de balcones simétricos, regularmente ordenados y rematados por frontones semicirculares, con vistosos antepechos abalaustrados de piedra. El palacio sirvió de residencia temporal para personalidades importantes de visita en la ciudad, como las Infantas de Borbón e Isabel II en 1867. Actualmente acoge oficinas de Hacienda y de la Junta de Andalucía.

Martínez de la Rosa (1787–1862) fue un reputado político liberal y escritor granadino. Tomó parte activa en las Cortes de Cádiz de 1812, y fue ministro en 1822 durante el Trienio Liberal. En su exilio francés escribió Abén Humeya (1823),  famoso drama histórico en prosa. Regresó a España en 1831, nombrado primer ministro. En 1834 logró su mayor éxito, estrenando en Madrid su Conjuración de Venecia. Una de sus obras históricas menos conocidas pero más importantes es El Espíritu del Siglo.
La Calle Angulo carecería de interés y espacio en nuestra guía de paseos y rutas por Granada, de no ser porque en uno de sus edificios, el número 1, tuvo lugar, el 16 de agosto de 1936, la detención de Federico García Lorca por los franquistas. Se trataba de una de las casas de los hermanos Rosales –entre ellos Luis–, declarados falangistas pero amigos de todo corazón del poeta y su familia. Los Rosales fueron injusta y erróneamente considerados “chivatos” del paradero de Lorca. Hoy sabemos la verdad, gracias a las investigaciones del hispanista Ian Gibson y del periodista local E. Molina Fajardo: los Rosales fueron, de hecho, el último refugio de Lorca, antes de ser capturado, sufrir prisión y ser finalmente asesinado por los sectores más radicales de la derecha granadina.

Desde la Calle Tablas podemos visitar la Plaza de los Lobos, o bajar unos metros hasta el encuentro de Carril del Picón con Calle Puentezuelas (con sus destacables Iglesia de la Magdalena y Palacio de las Columnas que veremos más adelante). Retrocedamos sobre nuestros pasos hasta la Calle Cárcel Baja,  junto a la Catedral, para proseguir con nuestros paseos por la popular y pintoresca calle San Jerónimo.


La calle San Jerónimo: fachadas del Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago y parte trasera de
la Iglesia colegiata de San Justo y Pastor. // Foto: Juan A. Cantos (2011).

Justo al lado de la Puerta del Perdón de la Catedral, se ubica un precioso pilar de piedra adosado a la catedral, a modo de abrevadero público. Tres toscos mascarones antropomorfos vierten por sus bocas-surtidores agua fresca en la pila. Frente al pilar nace una larga vía adoquinada, viva y dinámica, llena de historia: la famosa Calle San Jerónimo. En torno a ella surgieron, a lo largo de un vasto proceso de reformas urbanas prolongado desde el siglo XVI hasta el XVII avanzado, nuevos espacios públicos, académicos, religiosos y residenciales, de gran importancia para la vida granadina. 
   Entre ellos, nacieron la Plaza de la Universidad, la Colegiata Jesuita de San Justo y Pastor, el Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago y un gran sinfín de suntuosas residencias aristocráticas –palacios de Caicedo, de Ansoti, de Beneroso–. En el extremo final de la calle, aparecieron también otros sobresalientes centros monásticos, como el Monasterio de San Jerónimo, y bellos hospitales como el Hospital de San Juan de Dios.
La aparición de la Calle San Jerónimo –cuyas obras empezaron en el primer tercio del siglo XVI y acabaron a principios de la siguiente centuria– permitió la configuración de una nueva arteria urbana o eje principal que comunicaba, tanto simbólica como físicamente, la Catedral en proceso de construcción con las nuevas fundaciones religiosas que iban surgiendo por doquier. Coetáneamente, se pudo despejar un amplio hueco, destinado para acoger la Plaza de la Universidad, que fue inaugurada hacia mediados del siglo XVI. La ampliación de la calle principal y la construcción de las fundaciones cívico-religiosas sólo fueron posibles a costa de la demolición de las viejas ruinas de la Medina nazarí; entre ellas, un lienzo de muralla de tapial que atravesaba parte de la actual extensión de Calle San Jerónimo; y poco después, varias puertas fortificadas de la misma muralla, como la famosa Puerta del Molino árabe, rebautizada por los cristianos como “puerta de San Jerónimo” por su proximidad a dicho monasterio.



Portada barroca de la Facultad de Derecho de Granada. // Foto: Juan Antonio Cantos (2009).



La Estatua de Carlos V, que centra la Plaza de la Universidad, es una fiel reproducción de la que talló Leoni en 1564 (actualmente en el Museo del Prado). Posiblemente sea ésta una de las estatuas de Granada que peor suerte haya corrido en los últimos decenios. Por algún motivo desconocido, ha sido víctima de actos vandálicos por parte de gamberros, lo que ha obligado a restaurarla varias veces.
El significado de la apertura y ampliación de la Calle San Jerónimo, no sólo se entiende por su rol articulador del nuevo paisaje urbano posmedieval, sino sobre todo por su valor simbólico, como sistema de conexión ininterrumpida entre la Catedral y el templo de San Jerónimo (donde se guardaban las reliquias del venerado santo). Esta importancia simbólica vino potenciada a posteriori con la construcción del Hospital de San Juan de Dios y su basílica, mientras a la par se desarrollaban nuevos programas de tipo residencial (palacios urbanos como el de Caicedo) y académico (Colegiata jesuita de San Justo y Pastor, colegios mayores). 


Estatua de Carlos V y Colegiata de San Justo y Pastor.
Foto: Juan A. Cantos (2012).
La Iglesia Colegiata de San Justo y Pastor fue construida por el maestro arquitecto Martín de Baceta, entre 1575 y 1621, por encargo de la poderosa Orden de los Jesuitas La torre–campanario y la portada principal son, sin embargo, adiciones tardobarrocas de 1750; el campanario fue realizado por José de Bada, mientras la exquisita portada –próxima al Rococó por su riqueza decorativa– fue diseñada y ejecutada por  el maestro canteroAlfonso Castillo, si bien sus magníficas tallas y relieves son obra de Vera Moreno. La portada, abierta a los pies de templo, se divide en dos tramos de lectura distinguidos por una cornisa horizontal: en el nivel inferior, destacan dobles pares de columnas con fustes acanalados, apoyadas sobre grandes pedestales de piedra. Sobre el arco de medio punto historiado, se inscribe un gran escudo que invade la cornisa, levemente curvada. El tramo superior, enmarcado por columnillas decorativas, acoge un relieve sobre La caída del caballo de San Pablo, cegado por la luz de Dios. Remata el conjunto la imagen de San Ignacio, seguida de un hastial triangular a modo de gigantesco frontón. La portada de la Epístola es, en cambio, mucho más sobria. Juan Pugnaire diseñó otra portadilla lateral del colegio (en calle Duquesa). 
La gran nave única se cubre con una bóveda de cañón fajada con lunetos, mientras el crucero ostenta una cúpula hemiesférica sobre tambor, con columnas y arcos toscanos, elemento arquitectónico que se distingue claramente desde el exterior –destacado en medio del paisaje urbano–. El hermoso Retablo del Altar Mayor, ricamente policromado en tonos negros y dorados, y adornado con airosas columnas de fuste retorcido– es obra del jesuita madrileño F. Díaz de Rivero. Destaca en él un peculiar tabernáculo giratorio, diseñado para ocultar y exponer al Santísimo  según el caso y el momento, y los bellos relicarios laterales. El retablo acoge, asimismo, varios excelentes lienzos de Pedro Atanasio Bocanegra, entre los que destaca el de la Conversión de San Pablo. En el crucero hay dos imágenes de los Santos Niños Mártires, bajo cuya advocación está la iglesia.  





La expulsión de los Jesuitas en el siglo XIX supuso el traslado a este inmueble de los Colegios de San Miguel y Santa Catalina, y de la Universidad Literaria. Este hecho implicó una profunda reforma de las estructuras precedentes, despejándose, por ejemplo, el hueco donde hoy se ubica la Facultad de Derecho y el Jardín Botánico de Granada. De su pasado jesuítico, sobreviven en la actual Facultad de Derecho dos grandes patios porticados interiores, correspondientes a los claustros monásticos principales, más un tercero correspondiente a las antiguas habitaciones de los padres (hoy muy transformado). Uno de los patios principales acoge, en su centro, el busto en bronce del Padre Suárez, realizado en 1953 por A. Martínez Olalla. El famoso jesuita Doctor Eximio –título que le dió el Papa Pío V–, está representado de medio cuerpo, muy delgado, vestido con sotana y manto clerical y el típico bonete jesuítico de cuatro picos. Sus manos reposan sobre un libro cerrado, con la mirada perdida en sus divagaciones.

Francisco Suárez y Vázquez nació en Granada, en el Realejo, en 1548 y murió en Lisboa en 1617. Ingresó a corta edad (1564) en los Jesuitas, y estudió en Salamanca. Sus grandes dotes como teólogo y filósofo y su poderosa oratoria, le hicieron pasar por Segovia, Valladolid, Roma, Alcalá, Salamanca y Coimbra. Suárez es una figura capital en la renovación escolástica de la España del S. XVI. El Papa Paulo V le encargó un escrito contra Jacobo I de Inglaterra, por haber atacado el rey a un cardenal –Defensio fidei catholicae contra anglicanae sectae auctores (1613)–, obra que desató fuertes polémicas en Inglaterra y Francia, saldadas con la quema pública de su obra. El pensamiento de Suárez recoge influencias de Vitoria, Báñez, Santo Tomás de Aquino, L. de Molina y G. Vázquez, pero también del agustinismo y de algunos pensadores árabes e italianos. Su obra fundamental, Disputaciones metafísicas (1597) estructura toda la Filosofía desde un punto de vista metafísico, fundiendo Ontología y Teodicea en uno. En su obra De anima (1621) aboga por la unidad sustancial de alma–cuerpo en un solo principio indisoluble, la persona. El orden metafísico objetivo se refleja en el orden jurídico, del que trató en Derecho (De legibus, 1612): existe una ley natural que el hombre conoce, no por conciencia moral subjetiva, sino por la propia estructura humana que armoniza con el plan divino. Los derechos individuales prevalecen sobre todo, pero aun así la sociedad sigue existiendo como un todo cuyo fin es la libre decisión de los individuos de colaborar entre sí (comunidad política). Suárez influyó profundamente en Leibniz, Grocio y Spinoza.




El Jardín Botánico es accesible desde la Facultad de Derecho, o a través de una puerta de rejas modernistas, frente al bar Botánico. En 1840 se inauguró el jardín en un anexo del colegio jesuítico, dependiendo en principio de la Facultad de Filosofía. Su primer director fue el Decano de Farmacia, D. Mariano del Amo y Mora, quien lo proyectó como un espacio verde urbano, que respondiera a fines pedagógicos, de conservación y de experimentación botánica. Su interior es un pequeño pero completo muestrario de especies vegetales, divididas en andaluzas, medicinales y extranjeras (exóticas, como la falsa acacia o los ficus). Resalta la presencia de hito decorativo con el busto de Don Fernando de los Ríos, célebre político socialista, profesor krausista y alma mater de los proyectos culturales Teatro La Barraca (dirigido por Lorca) y Misiones Pedagógicas. Esta obra del escultor José Noja fue inaugurada en 1981 en presencia de Laura de los Ríos, Isabel García Lorca y Gregorio Peces Barba, representante del Grupo Parlamentario Socialista (GPS).
Al lado de la Iglesia de San Justo y Pastor se abre la diminuta Plaza de la Encarnación, con su vetusto Convento de la Encarnación (siglo XVI). El convento, sobrio y sencillo, cuenta con un patio peristilado y galería abierta superior. Partes de una vieja casa morisca reformada han quedado integradas dentro del inmueble.
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Fachada del Palacio de Ansoti, en Calle San Jerónimo. // Foto: Juan A. Cantos (2012).

El Palacio de Caicedo, sede actual del Real Conservatorio de Música Victoria Eugenia, es un precioso y elegante palacio urbano manierista (S. XVI), en plena C./San Jerónimo. Su fachada destaca por la ordenación simétrica de todos sus elementos, desde los vanos enrejados hasta las torres laterales gemelas, con galerías serlianas abiertas. La elegante portada principal, con balcón, sirve de eje central de la fachada. El patio–distribuidor consiste en una columnata de orden toscano con arcos carpaneles en el primer nivel, y columnas con zapatas en el siguiente tramo. La fachada acoge el vistoso Escudo del Marquesado otorgado por Felipe V de Borbón a D. Luis Beltrán de Caicedo y Solís (1712). El Conde del Padul solicitó de Alfonso XIII el título de Real para el Conservatorio, concedido en 1922, en honor a la reina Victoria Eugenia de Montijo (ilustre granadina).

   El Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago (C./S. Jerónimo 31) se ubica en la antigua residencia de los Señores de Beneroso. Su fachada luce una hermosa portada renacentista de piedra (S. XVI), con un gran nicho superior que acoge las esculturas de los santos titulares. Su último piso luce una interesante galería con arcos clasicistas, algunos de ellos cegados. El programa decorativo de su patio–distribuidor porticado queda realzado por la profusión de elementos heráldicos de los Beneroso. En el siglo XVIII los dos colegios se fusionaron en uno. 

El Palacio de Ansoti (S. XVIII), sede actual del Colegio Notarial, fue construido por la notable familia de comerciantes genoveses Franchis, si bien posteriormente su titularidad recayó en los Sres. Ansoti. Destaca su preciosa portada de piedra enmarcada entre pares de gráciles columnas salomónicas.

El Hospital de la Misericordia, en la Plaza de los Lobos, fue construido en el siglo XVI, si bien su aspecto actual es fruto de innumerables reformas acometidas durante los siglos siguientes. En un lado de la fachada, una puerta conduce al oratorio; otra puerta da acceso al antiguo hospital cristiano. Se trata de una pequeña institución cristiana de acogida para indigentes y enfermos pobres.
A corta distancia, en la misma Plaza de los Lobos, se ubica el Convento de la Piedad (con entrada por C./Duquesa), fundado por las Madres Dominicas en el siglo XVI gracias a las dotaciones económicas de la Duquesa de Sesa, nieta del Gran Capitán. Responde al modelo típico de convento de la Granada renacentista, caracterizado por una gran sencillez ornamental, tanto interior como exterior. 

El hombre–lobo de la Plaza de los Lobos. Según la leyenda, el nombre de esta plaza proviene de un episodio tan extraño como siniestro, que aquí tuvo lugar en el pasado. Se cuenta que un lobo merodeaba, las noches de luna llena, por las calles causando estragos entre la población. Al final se le dio caza. Pero cuando se llegó ante el cadáver la sorpresa de los espectadores fue máxima: en el lugar donde debía estar la bestia, yacía un hombre agonizante con una herida visible. Más tarde se descubrió que se trataba de un vecino del barrio. ¿Se equivocaron los cazadores en la oscuridad, matando por error a un inocente mientras el auténtico lobo escapaba? ¿O era acaso un verdadero hombre–lobo? Quien sabe… Elijamos la versión que más nos plazca.


  El extremo de la Calle San Jerónimo va a encontrarse con la perpendicular Calle San Juan de Dios, que desciende desde el Triunfo. A nuestra izquierda tenemos la mole del Perpetuo Socorro, y la Calle Gran Capitán. Enfrente, la vía se prolonga directamente por la Calle Rector López Argüeta, zona universitaria (Facultades de CC. Políticas y Sociología, Trabajo Social, etc.). En este cruce de caminos, destacan varios monumentos de interés, como la Iglesia del Perpetuo Socorro y el Hospital de San Juan de Dios con su famosa basílica. Los veremos en la próxima entrega, con el detenimiento que se merecen...


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